El Cristo Amarrado regresó ayer domingo a Santa Ana, llevado por los fieles en la tradicional Romería, desde Santiago a San Agustín y de San Agustín al monasterio de la Abuelica, que custodian los franciscanos.
A las 7:30 comenzó la misa de despedida, que contó con el acompañamiento musical del órgano histórico de la iglesia de Santiago. Con el templo abarrotado finalizó la eucaristía con el canto del himno del Amarrado.
Y cumpliendo con la tradición que se remonta al año 1.848, la multitud esperaba abigarrada frente a la puerta sur de la iglesia a que saliese el Cristo Amarrado, pero no sucedió así, por motivos técnicos, este año el Cristo salió por la puerta norte, dio la vuelta al losado y sorprendió a los fieles por la retaguardia. Finalmente el júbilo estalló mientras sonaba el himno de España.
Con algo de retraso, partió la comitiva hacia la ermita de San Agustín en una pausada procesión a ritmo de cornetas y tambores, en la que no faltó la lluvia de pétalos y el aroma a romero que impregnaba el recorrido, con un cambio en el itinerario por las obras de remodelación de la avenida de la Asunción. La comitiva tuvo que girar a la derecha por la calle Doctor Fleming y luego a la izquierda por la calle Isaac Peral hasta llegar a la avenida del Casón por la que, por fin, desembocaron a la avenida de Nuestra Señora de la Asunción. Ya por su recorrido tradicional, llegó la comitiva a la ermita de San Agustín, donde el párroco Manuel de la Rosa despidió al Cristo con unas palabras, “ha llegado el tiempo en el que hay que evangelizar Europa, antes los misioneros iban lejos pero ahora hay que evangelizar aquí, porque estamos perdiendo la fe. Necesitamos reavivar la fe, como esa lumbre que se va apagando poco a poco, es necesario echar más leña y más fuego. Es lo que nos pide el Cristo”.
Al grito de “Viva el Cristo“, la comitiva partió hacia Santa Ana, con el paso más ligero, los romeros se fueron turnando monte arriba para llevar la imagen del Amarrado entre la multitud.
La Romería se realizó con total normalidad bajo la vigilancia de un despliegue de seguridad compuesto por más de medio centenar de efectivos entre Policía Local, Protección Civil, Guardia Civil, Bomberos, Cruz Roja, Agentes Forestales, Brigadas Forestales y Agentes Medioambientales, además de expertos en escalada de Grupo Hinneni.
Una vez que la imagen del Amarrado y los romeros llegaron al Monasterio de Santa Ana, fueron recibidos por los padres franciscanos, que oficiaron una Misa en el atrio del Convento.