La Procesión de las Palmas se lució como esperaban los organizadores, con una mañana apacible, bastante soleada y sin mucho viento, salió desde la parroquia de San Juan para discurrir del Este al Oeste de la ciudad, con la declamación de: “¡Oh ciudad noble y leal, en tiempos la más dichosa…!”
Abriendo la comitiva, los Armaos del Cristo, en marcial desfile daban paso a multitud de niñas hebreas y a continuación, Jesús montado sobre el borrico, acompañado por los apóstoles, iba anunciando la profecía de la destrucción de Jerusalén. Tras ellos los presidentes de cada uno de los pasos de Semana Santa, el párroco de San Juan, las autoridades y cerrando la comitiva la banda de cornetas y tambores Nuestra Señora de las Lamentaciones.
Al paso de la procesión por las calles de la ciudad, se fueron uniendo cientos de niños con sus padres con sus correspondientes palmas y ramos de olivo, hasta llegar a la iglesia de Santiago como una muchedumbre que anuncia la entrada de Jesús a Jerusalén.