“Hemos tomado las medidas de seguridad dictadas por la autoridad competente para ponérselo difícil al virus, pero está claro que los virus no pueden parar el corazón que ama”, asegura el Padre Oliver

Una Misa de campaña celebrada a las siete de la tarde en el atrio del convento, guardando las distancias de seguridad, sentados y todo el mundo con la mascarilla puesta, así comenzó ayer la celebración de Santa Ana en el enclave franciscano.

Tras la homilía, la imagen de la Abuelica fue trasladada a cada esquina del atrio para efectuar las “rogativas” que este año junto a la petición de lluvia, han tenido un especial objetivo, la salud de todos y especialmente de los jumillanos.

Francisco Oliver Alcón, padre guardián del Convento, recordó que hace muchos años, durante otra epidemia que afecto muy duramente a la localidad, el edificio sirvió como lazareto y a el acudieron buscando refugio muchos enfermos para recuperarse y no contagiar a los vecinos sanos del municipio, tal vez eso ha tenido algo que ver con que todos los miembros de la comunidad franciscana de Jumilla sigan sanos, pero lo que si está claro es que el recogimiento y aislamiento del convento juega a su favor y en contra de este virus. De otros muchos virus ofrecen cura en Santa Ana, el virus de la desilusión o el de los cabreos permanentes, de las difamaciones, de la desestructuración social o de las relaciones débiles. De todos ellos asegura tener la vacuna el guardián del convento.

La de ayer ha sido una celebración especial que no contó con la tradicional procesión de la Abuela por los alrededores del convento pero en la que no faltaron las rogativas y por supuesto la alegría de los congregados en el atrio santanero.

La Abuela Santa Ana mirando hacia Jumilla durante la rogativa

La Abuela Santa Ana mirando hacia Jumilla durante la rogativa