Ya es tradición que la Cofradía de la Guarda del Cuerpo de Cristo realice, el primer viernes de cuaresma, el traslado de su imagen titular, el Cristo Yacente de Santa Ana, desde la Iglesia del Monasterio a la Ermita del Sepulcro, que se encuentra en el huerto. Allí permanecerá el Yacente durante toda la cuaresma.
Es uno de los traslados más desconocido de nuestra Semana Santa, en la que la imagen de Nuestra Señora Santísima Virgen María de las Penas también participa acompañando al Cristo y en el que cada año se congregan más fieles.
Tras unas breves palabras en la Iglesia del Monasterio, ofrecidas por el padre franciscano Antonio Trucharte y varios miembros de la Cofradía, la imagen del Yacente fue trasladada de la forma más respetuosa y sencilla, sobre una sábana blanca anudada en sus cuatro extremos. Tras el y sobre unas andas, la Virgen de las Penas. En el recorrido a través del huerto tan solo la luz de la luna y de las antorchas portadas por los asistentes iluminaba la procesión hasta llegar a la Ermita del Sepulcro, en el corazón del huerto del Monasterio.
Allí fue depositada la imagen de Cristo sobre una oquedad de piedra al fondo de la pequeña estancia. Es un lugar muy especial que invita al recogimiento y la meditación y al cual puede acceder durante esta cuaresma todo aquel que desee pasar unos instantes de paz.
Descansando ya el Cristo en la Ermita, la comitiva acompañó a la Virgen de las Penas de regreso a la Iglesia del Monasterio.