Viernes de Dolores, por la noche se celebró el Solemne Viacrucis, que presidió el Stmo. Cristo del Perdón, propiedad de la Junta Central, se desarrolló por su tradicional itinerario con gran afluencia de público en sus quince estaciones, en una noche templada y serena.
Encuentro de Jesús Prendido, Cristo de la Sentencia, Virgen Dolorosa de las Lamentaciones y Ecce Homo Sábado de Pasión, ya pudieron verse en la calle a los nazarenos acompañando los traslados de Jesús Prendido y el Cristo de la Sentencia desde la Iglesia de Santiago hasta el Arco de San Roque donde se incorporó la Virgen Dolorosa de las Lamentaciones para continuar hasta el Real Pósito, pero antes de llegar, en la esquina de la calle Pasos, se incorporaba a la comitiva el Cristo del Ecce Homo que venía de la Parroquia de San Juan.
La Asociación de Tambores Cristo de la Sangre realizó la primera de sus tres tamboradas, la de la Burrica, tras la misa en la Iglesia de San Juan se congregaban los tamborileros en la plaza del Rollo para partir caminando por el empedrao de la calle de la Feria, pasaron por calle Pasos, Canalejas, Amargura, Plaza de la Constitución, de nuevo Cánovas del Catillo, Fueros y por último América por donde entraron al Jardín del Rey Don Pedro donde anunciaron la llegada de Jesús con sus toques de tambor hasta las cuatro de la madrugada.
El espléndido día de ayer dio sobradamente para lucir en la entrañable Procesión de las Palmas que discurrió del Este al Oeste de la ciudad, con la declamación de: “¡Oh ciudad noble y leal, en tiempos la más dichosa…!” Jesús montado sobre el borrico, acompañado por los apóstoles, iba anunciando la profecía de la destrucción de Jerusalén. Y tras ellos cientos de niños con sus padres con sus correspondientes palmas y ramos de olivo, así como los presidentes de cada uno de los pasos de Semana Santa, la Nazarena de Honor, el párroco de San Juan, la Corporación, etc. Añadimos en este punto que Jumilla es una de las pocas poblaciones de España que hace representación de esta entrada triunfal.
La tarde del domingo tiene dueño, el Cristo Amarrado a la Columna, que baja del Monasterio de Santa Ana un año más desde 1886. La gente arrebata al Cristo a los Franciscanos, no sin antes ser despedido por el Padre Guardián del Convento, para acompañarle hasta la Ermita de San Agustín donde le esperaban autoridades, clero y pueblo, desde allí fue trasladado a la Parroquia Mayor de Santiago.